Monday, October 17, 2005

DE THX 1138 AL ATAQUE DE LOS CLONES: ¿FORMA O CONTENIDO?

Por: Hugo Barbosa.

En el año de 1970, un joven de 26 años de edad realizó una película creada bajo el cuidado de la recién conformada productora American Zoetrope para su exhibición comercial por parte de la Warner Communications Incorporated. El filme presentaba una singular visión sobre una sociedad en el futuro, dentro de la cual se desarrolla el conflicto de un hombre aprisionado dentro de la automatización del sistema al que pertenece.

A pesar de poseer una cuidada estética visual y auditiva para enmarcar una reflexión sobre los valores y procedimientos de la sociedad en un futuro idealizado, la película no tuvo éxito dentro de la Warner y los ejecutivos decidieron cortarle varias partes para corregirla y además retiraron el presupuesto de distribución al proyecto.

La película, THX 1138, lanzada en 1971, fué un fracaso en el mercado, pero formó el primer párrafo del discurso artístico-filosofal que George Walton Lucas Junior presentara a través de sus creaciones para el cine de ciencia-ficción.

El entonces joven egresado de la USC, conocida como la USCinema se asoció con su cuasi mentor, el señor Francis Ford Coppola, para crear la American Zoetrope, compañía que se dedica a producir independiente hasta la actualidad, y desde la primer película de Coppola, distribuída por el señor de los negocios del cine independiente norteamericano, Roger Corman.

George Lucas era un jovenzuelo visionario que alimentó su espíritu creativo con dosis masivas de cine de arte, rock and roll e historietas, dedicado a correr autos hasta que un día, tras un accidente en el que pudo haber muerto, se propuso revolucionar la forma de hacer el cine, sin verdaderamente haber llegado a vislumbrar el gigantesco imperio tecnológico y económico que desarrollaría en el futuro, ni la enorme repercusión que sus ideas tendrían; sin contar las interminables legiones de fanáticos que desencadenarían sus películas por generaciones.

Su siguiente proyecto cinematográfico, también producido por American Zoetrope fué American Graffiti, una película sobre arquetipos adolescentes, visualizada en forma meticulosa. Como en su película anterior, Lucas se preocupó por los detalles importantes: el ritmo, la edición, la musicalización y la estética en general para crear un espectacular éxito de taquilla que lo convirtiera en millonario antes de haber cumplido los treinta años ya que se generaron cerca de cincuenta dólares por cada uno invertido para la producción y distribución de la película. El filme estaba construído con dedicación, desde la escritura del guión hasta su lanzamiento comercial, hubo un balance adecuado de creatividad artística con la construcción comercial durante todo el proyecto.

Cuatro años después, en 1977, llegaría a las pantallas la obra cúspide de Lucas, una ahora denominada ópera espacial cargada de acción y discreta filosofía que ostentara dentro de un discurso narrativo inicial, diseñado en tipografía de color amarillo que viaja progresando hacia el horizonte, el subtítulo de ser el episodio número cuatro de una saga, dato que extrañara a cualquier persona que lo leyera pues no se conocía nada sobre lo que vendría a continuación dentro de la sucesión de fotogramas en el celuloide. Es por demás decir que la película se ha convertido en una institución tan grande, que el tan sólo mencionar su título provoca comentarios alrededor, al igual que miradas curiosas de escuchas indiscretos que buscan escuchar un poco más de lo posible.

La película no presumía grandes actores pero si contenía todo un despliegue de secuencias espectaculares, todas ellas diseñadas a conciencia, muy bien pensadas para obtener una mejor proyección de los efectos especiales que, en su mayoría no se habían llevado a cabo con tanta precisión, y algunos ni se habían experimentado, dando como resultado un producto sin precedentes que conquistó la imaginación de millones de personas.

La Guerra de las Galaxias trajo consigo una brillante estrategia de promoción y mercadotecnia, derivada de un ingenioso trato que ofreciera el estudio al joven productor, que generó dinero a raudales junto con la más grande colección de parafernalia y accesorios que hayan derivado jamás de las salas de proyección cinematográfica.

George Lucas mostraba la idea que tenía sobre la realización de películas, su enorme pasión por el cine como espectáculo, y además, su impresionante talento para los negocios. Su intuición andaba por el lugar correcto y sus cuentas bancarias, siempre crecientes, lo muestran aún.

Cuando los efectos requeridos rebasaron las capacidades de lo posible, George W. Lucas invirtió en la fundación de la compañía Industrial Light and Magic, dedicada a la creación de efectos especiales y a la experimentación en laboratorio, y con ella prácticamente reinventó la edición cinematográfica, el sonido y su interacción con la imagen, pues además de crear la ILM, convirtió la compañía Sprocket Systems, entonces independiente, en Skywalker Sound, y posteriormente incorporó a las salas de proyección los aditamentos necesarios para la proyección de bandas sonoras diseñadas en sonido THX, creado en sus laboratorios, con el cual se obtiene la idea de sonido tridimensional.

Tras el episodio IV vinieron “El Imperio Contraataca” y “El Regreso del Jedi”, capítulos V y VI, respectivamente, con los cuales se cerrara la trilogía inicial de George Lucas que consolidaron el cine como un espectáculo efectista en dónde el cuidado de la actuación queda por debajo de los logros técnicos efectuados, y de las cuales derivaran algunas de las escenas más memorables de la historia del cine de ciencia-ficción, incluida la cual Darth Vader confiesa su verdadera identidad, o la sencilla introducción de las naves imperiales acompañadas de una majestuosa composición musical.

La trilogía conquistó masas y generó grandes cifras en las taquillas, Lucas obtuvo el lugar que buscaba dentro de la industria, sin contar el éxito de la otra trilogía que realizara con Spielberg sobre las aventuras de un arqueólogo conocido como Indiana Jones, que ha sido llevado también al comic, los libros (no se le podría llamar literatura), y la televisión. El tiempo pasó y la mitificación de la famosa saga se fué desvaneciendo. Tras los trabajos de Lucas y Steven Spielberg se generaron constantes incursiones al cine de efectos especiales, todas ellas con malos resultados, salvo excepciones como “Blade Runner” de Ridley Scott y “Matrix” de los hermanos Wachowski.

Las cosas no podían quedarse así y George Lucas se planteó la exhibición de la trilogía en las salas de proyección con la intención de reconquistar a sus seguidores. La operación fue exitosa y con ello vino la remasterización de las películas con algunos ajustes digitales que sirvieron al ingenioso productor como pretexto para la explotación comercial por tercera vez del material fílmico obtenido de 1975 a 1983 con sus adiciones posteriores en la década de los noventas. Reinventó la forma de explotación de las películas al aplicarles tecnología de punta que se había experimentado en los laboratorios de LucasArts e Industrial Light.

La trilogía se dio a conocer para una nueva generación, se editaron nuevamente las figuritas, los pósters, las playeras, llaveros, cereales, dulces, jabones, libros de colección y demás chucherías; se lanzaron en vídeo ambas trilogías por separado, la antigua y la que fuera masterizada digitalmente con el pretexto de que sería la última vez que se editaría la colección. Se habló de la producción de los primeros capítulos de la saga, presumiblemente para sondear las posibilidades de explotación que los mismos podrían tener.

La expectación generada explotó al máximo cuando se anunció la producción de lo que vendría a ser el episodio número uno de La Guerra de las Galaxias, y así, la batalla contra el lado oscuro de la fuerza regresó a las pantallas cinematográficas para la cuarta entrega en la saga, primera parte de una trilogía-precuela que cerrará el ciclo de celuloide iniciado hace más de veinte años.

El Episodio I: La amenaza fantasma es una película en la que las maquetas y pinturas mate, que hicieran tan espectaculares las memorables persecuciones espaciales de la trilogía original de Star Wars, quedaran en el olvido para dar paso a la producción digital en su totalidad.

Había una enorme presión para los creativos, pues se jugaban tres generaciones de espectadores con éste proyecto. Así, el Episodio I presumía más de lo que podía contener, George Lucas descubrió las posibilidades que la producción digital ofrecía para sus argumentos megalómanos de escuadrones intergalácticos pertenecientes a sistemas planetarios remotos, con sociedades en pleno desarrollo político, y las llevó hasta el extremo de la autocomplacencia para entregar un filme sin armonía narrativa y con un contenido que lo único que hizo fue reciclar una reflexión sobre el bien y el mal que fuera bien recibida hace unas décadas dada la complejidad de la trama originalmente desconocida, pero sin conseguir profundidad en la propuesta y descuidando ciertos aspectos del desarrollo argumental dentro de la construcción de un guión encaminado exclusivamente al éxito comercial.

Aún con la polémica que se generó tras la exhibición del Episodio I, la expectativa general ocasionada por la producción del Episodio II fue positiva, y la película, denominada “El Ataque de los Clones” se proyecta ahora en las pantallas mexicanas.

Con un reparto que mantiene en gran parte al elenco del capítulo anterior, se introduce al joven actor Hayden Christensen en el papel de Anakin Skywalker, quien continua su instrucción bajo la tutela del maestro Jedi Obi-Wan Kenobi (interpretado nuevamente por el actor irlandés Ewan McGregor). Diez años han pasado desde lo sucedido en la Amenaza Fantasma, y la seguridad de la ahora senadora Padmé Amidala (Natalie Portman), amenazada por separatistas políticos, queda en manos de Obi-Wan y Skywalker tras la petición especial del Canciller Palpatine, punto de partida para el romance de la senadora con Anakin - relación que engendra posteriormente a Luke Skywalker y a Leia, y que además repercute directamente en el destino de la República.

La película presenta un despliegue incesante de imágenes cargadas de acción tan intensa y sonido tan espectacularmente diseñado que por momentos distrae de la trama principal, dándole poco peso a las secuencias dramáticas, las cuales, además de presumir diálogos plásticos pronunciados en momentos ya tan familiares dentro de las construcciones cinematográficas norteamericanas que se han convertido en cliché, vienen acompañadas por la ya tediosa musicalización del excelente compositor John Williams que ha hecho tan predecible la narrativa cinematográfica al apoyarse en la expectativa que se genera mediante la musicalización que acompaña el montaje de la película.

Se retoman líneas argumentales trazadas desde el Episodio I, como el regreso de Anakin a su planeta natal con la intención de averiguar el paradero de su madre y el seguimiento por parte de Palpatine del desarrollo de Anakin como Jedi; comienza también el relato de la seducción del lado oscuro de la fuerza con el impaciente Skywalker, con el que se prepara el siguiente capítulo en el cual se dará a conocer la historia del tirano dictador Darth Vader.

Cabe decir que es increíble que dentro de toda la producción narrativa dentro del universo de la Guerra de las Galaxias, los guiones sean tan pobres por ser tan pretensiosos, no tanto en el contenido pero sí mucho en la forma. Es posible recordar que cuando Lucas contaba con menos facilidades para crear los efectos para sus criaturas y ciudades, la puesta en cámara se tenía que resolver de forma inteligente, haciendo la construcción narrativa visual más rica en decoro desde su planeación por escrito, por lo tanto el resultado era mucho, pero mucho más memorable.

Con todo y los grandes efectos especiales en imagen y audio, que siempre satisfacen a los seguidores dada su calidad, se extraña la esencia del cine con que antaño construía sus filmes el magnate del cine que fundará Lucasfilm el mismo año en que se lanzara THX 1138, con la cual mantenía la atención en la historia y la interacción de los personajes, en donde los Jedis eran guerreros míticos con algunas habilidades obtenidas a través de la Fuerza, más cercanos a un samurai que a Supermán y por tanto mucho más verosímiles que los de ahora y que por cierto jamás mencionaron la existencia de los "Jedi-business" ni el uso de una fiel copia del baticinturón, con el cual, no existe situación difícil o imposible.

¿Qué pasó con todo el talento de éste hombre? Después de tantos premios recopilados por el trabajo realizado, ¿habrá que esperar el capítulo final de la serie para poder establecer que George Lucas ha perdido la noción del balance existente de la forma y el contenido?, O por el contrario, ¿ podemos esperar que el guión sea superior a los de La Amenaza Fantasma y El Ataque de los Clones?

No hay respuesta inmediata pues todo queda en la expectativa… sólo que ahora hay dos grandes decepciones de por medio y algunos seguidores de la saga nos hemos cansado de esperar largos periodos de producción para recibir filmes medianos y hasta mediocres.

Lo peor de todo es que al género de la ciencia-ficción no le ha ido nada bien últimamente, ni con la ayuda de los efectos digitales y las nalgas de George Clooney se le ha podido rescatar del limbo en el que se encuentra. Falta esperar que el siguiente capitulo se encargue de cerrar con broche de oro y demuestre que el director en cuestión se ha olvidado de cuidar el contenido de sus filmes a cambio de la forma y la explotación de mercadotecnia que utiliza en los mismos, y recordar la época en la que existían gentes como Andrei Tarkovski, Stanley Kubrick, Fritz Lang o un joven Ridley Scott, y volver a ver filmes como Stalker, 2001: Odisea del Espacio, Metrópolis o Blade Runner, para desechar cosas como el refrito de Solaris, la infame Esfera, la horripilante Vanilla Sky, la clonación de Ripley para Alien 4, las últimas temporadas de los Expedientes Secretos X y toda remasterización y capítulos ajenos a los tres originales de la Guerra de las Galaxias.

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